22 Jun La llave de la abundancia I: la gratitud
«La gratitud es la puerta a la abundancia»
Esta noche he soñado mucho y revuelto. Sin embargo, recuerdo como en un momento toda la marea de imágenes se ha diluido en una voz que me ha dicho «AGRADECE». Como en dolbysorround, tipo cine. Ha sido impactante, por que justo en ese momento me he dado cuenta que estaba soñando, me he despertado dentro del sueño, y ese mensaje me ha calado profundo. Tanto, que luego he seguido soñando -dormida-, y aun que no recuerdo muy bien qué, el eco de ese mensaje me acompañaba: Da lo mismo lo que suceda, agradece.
Es fácil sentir gratitud cuando las cosas salen cuando queremos o esperamos. Que suele ser las pocas de las veces. El resto del tiempo, nos las pasamos intentando gestionar la frustración que supone que las cosas no salgan como planeamos.Por cierto,
¿Tú que ves…el vaso medio lleno o medio vacio?
El optimista lo ve siempre lleno.Esté como esté el vaso.
El pesimista siempre vacio. Esté como esté el vaso.
El realista lo ve como esta. Si esta lleno, lo ve lleno y si está vacío lo ve vacío.
El agradecido ve como está (es realista) y da gracias por lo que hay, bien haya mucho o haya poco.
La dificultad con la gratitud no radica en no ser capaces de decir gracias. Decirlo, lo podemos decir. Pero el quid, está en sentirlo. Sentirnos agradecidos es la gran dificultad: sentimos más fácilmente las sensaciones de carencia que nos habitan. Y desde esa carencia, esa falta interna que sentimos construimos conversaciones de queja y malestar que nos alejan del estado de gratitud.
Esa sensación de carencia, de falta, tiene varios orígenes, entre otras…:
- Las heridas emocionales que cargamos.
- Las situaciones inconclusas o no resueltas en nuestra vida.
- Las programaciones mentales y creencias que hemos mamado en nuestra historia familiar y social.
- Los rasgos caracteriales/de personalidad. (el ego)
Pero sobre todo, un gran olvido. El olvido de que somos lo que somos, y que tal y cómo somos, somos perfectos ya.
La exigencia de que tanto nosotros mismos, como las cosas que nos ocurren deberían ser diferentes de lo que son en realidad, es lo que nos hace entrar en contacto con esa falta y a desconectarnos de la gratitud.
Nuestro juicio sobre lo que es bueno o malo para nosotros, hace que nos desconectemos de la gratitud y este juicio sútil hace que rechacemos aquello de nosotros o de las circunstancias que está sucediendo. Sin darnos cuenta, que en ese juicio nos separamos, y en esa separación entramos en contacto precisamente, con la falta y la carencia.
Es precisamente aquello que rechazamos y negamos, lo que nos lleva a pensar que debería ser de otra manera, y por tanto a vivir divididos, con la sensación de llevar un gran agujero dentro de nosotros. Y con este agujero…¿quien puede sentir gratitud?
Pensamos que la abundancia es prosperidad. Y que la prosperidad es dinero. Y que con dinero, poder, y todas las demás cosas materiales lograremos conquistar la gratitud: «Cuando consiga esto, seré feliz y sentiré gratitud.». Mentira cochina de nuestro pensamiento de-mente. Es justo al revés. «Sentiré gratitud y seré feliz, y entonces…»
…Entonces me importará un pimiento lo que tenga o no.»
Por que el estado de gratitud me conecta con la abundancia. Con un estado de completitud, en donde nada falta y nada sobra. Dónde estoy donde tengo que estar, y tengo lo que necesito. Ni más ni menos. Y estoy en paz, confiada y plena.
No te hablo de ninguna experiencia mística. Esta es una experiencia muy terrenal que todos en momentos experimentamos sobre todo cuando las cosas ruedan. El salto cuántico, viene, cuando las cosas no ruedan como imaginábamos, y ahí es dónde radica el verdadero trabajo personal. Y no sé trata de hacer nada especial, precisamente dejar de hacer, quizás…
Pararnos un segundo, respirar el momento presente, y entrar en contacto con él. Asentir, decir sí, decirle que sí a todo lo que acontece en este instante, hasta que todas las resistencias revienten. Hasta rendirnos a la evidencia de que este instante es completo y perfecto y sentirnos uno con esa plenitud.
ENTRENAR LA GRATITUD
- Poner atención y consciencia a nuestros diálogos internos. Cuando nos pillemos en conversación de carencia, darnos cuenta y parar, y reflexionar: ¿Que no queremos aceptar y asumir? ¿Qué tengoo que soltar? ¿A que tengo empezar a decir que SÍ?
- Si sientes dolor o malestar, deja de luchar contra él, vívelo, sácalo, drénalo. Esa misma experiencia te conectará con la gratitud, pues no hay nada más rico que sentir el alivio de liberar el dolor que nos conecta con el alivio y la ligereza.
- No existe nada por lo que no puedas dar gracias. Es decir, que toda persona tiene en su vida cosas por las que sentirse agradecido. Desde el más «pobre» hasta el más «rico». Podemos entrenar la gratitud poniendo la mirada en aquello que sí tenemos, por muy pequeño e insignificante que le parezca a nuestra soberbia y arrogancia. Aun que haya muy poco agua en el vaso…decir, «Gracias por este poco agua. Es suficiente.»
- En mi experiencia, es fundamental darme espacios para estar conmigo misma y conectar con este estado: meditar. Pero nada de posiciones raras y velas e inciensos. Tan sólo unos minutos para respirar el momento presente, conectar con el corazón y encontrar mi centro. Y si hay mucho revoltijo, acogerlo, vivenciarlo, y decir, «esto también tiene su espacio» (si estoy con ello, al poco tiempo cede).
- El clásico cuaderno de gratitud: hojas para llenarlas de las cosas por las que te sientes agradecid@.
- Ejercicio: Cuando tengas un momento de gran gratitud, escríbete una carta para esos momentos en los que parece que todo está negro. Recuérdate que tan sólo es un mal momento, que es pasajero, y que hay una parte de tí, que sabe y agradece todo lo que tiene.
Y recuerda….
Me llamo Natalie Idoeta y ayudo a mujeres que “sufren por amor” a desactivar y reprogramar el patrón de dependencia emocional y a crear la vida que desean. Puedes descargar mi ebook gratis aquí.
Jorge Olivier Lecha
Posted at 20:05h, 06 julioComo lo que has dicho Natalie no tiene remedo, ni siquiera por una persona tan tiquismiquis como yo…sólo me queda hablar de la vergüenza de agradecer y de pedir/sentir perdón…para mi las dos cosas más afrodisíacas de esta vida
La gente en estos últimos cincuenta años ha perdido la necesidad de hacer estos dos actos, no meras palabras, necesarios para esponjar el corazón.
Hay vergüenza emocional…
Se dice/siente una vez, la primera, gracias y perdón……y después se obvia
Motivos?
Tal vez un exceso de camaradería
El considerar que estas palabras pueden ser falsas
Sentimiento de culpa que no has cumplido…y entonces por qué lo vas a repetir
Inclusive enseñanzas mal interpretadas que lo más importante eres tú y que pases de los demás, para qué les vas a contestar…y menos agradecer si todo es fútil, y todo pasa
La gratitud y la entrega alegre y confiada es para mi la mayor muestra de autoestima…..le añadimos lo de solidariapara no caer en un egoísmo estéril?